La puesta en escena, este año, de las novedades de la centenaria bodega Vinos de los Herederos del Marqués de Riscal, para la presentación a prensa y a prescriptores del vino, tuvo lugar en el restaurante el Bohío. Comandado por el televisivo chef Pepe Rodríguez, una amplia representación de la cúpula de esta bodega nos acompañó para la ocasión.
No es ningún atentado a la verdad señalar que los actuales vinos riojanos tienen su antecedente más directo en los tintos de Burdeos. Precisamente, fue Camilo Hurtado Amézaga quien, en 1858, tomó la iniciativa de contratar al técnico francés Monsieur Pineau, oriundo del Medoc. Pineau, anteriormente, había trabajado en la Diputación de Álava con el mismo cometido: enseñar a los cosecheros de vinos de la región a “elaborar vinos al estilo bordelés”, finos y con capacidad de larga guarda en botella.
Se puede afirmar que el modelo de vino riojano –y, por extensión, de los tintos españoles de calidad– se gestó en la centenaria bodega del Marqués de Riscal, una marca que pertenece a la historia viva de la primera de nuestras Denominaciones de Origen.
En la historia, como en el vino, para ser un clásico, antes, se ha tenido que ser un revolucionario. Es el caso de Riscal en Rioja y en Rueda, donde hay un antes y un después de la llegada de esta firma riojana.
Riscal no solo se conforma con elaborar vinos en Rueda y en Rioja. Ahora que parece que los blancos se están situando al nivel de los tintos, en cuanto a calidad se refiere, ha elaborado un fresco y fragante txakoli en un viñedo de Oñate.

Txakoli Marqués de Riscal Blanco 2018
Esta añada de 2018 supone el estreno de la bodega en la D.O.P. Getariako Txakolina.
Para sacar su primera etiqueta de txacoli al mercado, la bodega vendimió la mejor parcela plantada con cepas de la variedad hondarribi zuri, del Caserío Upanioga. Un ejemplar viñedo situado a los pies del monte Aloña, a una altura de unos 250 metros y aproximadamente a medio centenar de kilómetros del Cantábrico.
La privilegiada localización del viñedo, dentro de la Denominación de Origen, aporta a esta nueva etiqueta todo el peculiar perfil de la zona, en la que prevalece un clima templado atlántico.
Seis meses con sus lías en depósitos de acero inoxidable terminan de atesorar ese fresco y nítido carácter oceánico que lo convierte en único.
Elaborado en su totalidad con hondarribi zuri, esta añada de 2018 se presenta, como es habitual en este tipo de blancos jóvenes, con un impecable tono amarillo verdoso.
Se corresponde con una nariz franca, nítida y limpia, que nos recuerda a las manzanas verdes, como la acerola o la granny smith. Posee notas cítricas, de pomelo, de hierbas aromáticas y de flores blancas.
En el paladar se muestra agradablemente ligero y fluido, con un pronunciado sabor a manzana verde, una muy buena acidez y un extraordinario equilibrio.
Sus compañeros de mesa, en esta ocasión, fueron unos bocaditos de merengues de ensaladilla rusa, roca de pulpo especiado, unas lentejitas con butifarra y, para cerrar, unas finas croquetas de jamón.

Blanco Finca Montico 2018
La nueva añada 2018 de este vino proviene de viñas en vaso, de cultivo ecológico, con terrenos de cantos rodados y guijarros, muy pobres en materia orgánica.
El vino ha permanecido durante seis meses con sus lías en fudres de roble francés.
A la vista, nos muestra un brillante y límpido color amarillo con reflejos verdosos.
Y si a la vista no defrauda, en nariz tampoco: es aquí donde expresa lo mejor del verdejo, con notas balsámicas, apuntes de frutas carnosas, como el melocotón y la pera, y ecos de almendras crudas.
Ya en el paladar se muestra fresco, con muy buena acidez, y muy amplio en retronasal.
A la hora de degustarlo, este vino se enfrentó con éxito a un sutil potaje de bacalao y sus esféricos crujientes, lo que resultó ser una interesante armonía.

Rosado Marqués de Riscal Viñas Viejas 2018
Esta añada procede de las variedades garnacha y tinta de toro. Unas viñas de pie franco con más de 80 años, plantadas en suelos arenosos y en las terrazas cascajosas más altas del río Duero.
El vino se obtiene por sangrado natural.
A primera vista, se aprecia un color rosa muy pálido, brillante e impecablemente límpido.
La nariz nos recuerda al fresón maduro, a la frambuesa, a los arándanos y a las moras de zarza. Todo el conjunto está enmarcado con nítidos y finos aromas florales.
Es un vino sabroso y equilibrado, que llena la boca y posee cierto tacto glicérico que le imprime suavidad, a pesar de ser seco. Posee un final largo y frutoso. Se trata de un vino comodín, gastronómicamente hablando, que en la mesa consiguió fundirse a la perfección con un original gazpacho verde de mostaza y bonito fresco. Una excelente propuesta.

Blanco Barón de Chirel Verdejo Viñas Centenarias 2017
Procede de cepas de más de 100 años, de pie franco, prefioloxéricas y de poda en vaso. Situadas en la provincia de Segovia, con suelos ácidos y graníticos, algunas viñas están a unos 900 metros de altura.
Su estancia en madera transcurre durante ocho meses en roble francés de 600 litros y tinas de 3.00 litros, donde se hacen tres battonages a la semana. Para su elaboración, solamente se utilizó el mosto flor.
La añada de 2017 muestra un bonito color dorado verdoso, muy limpio y brillante, que ya nos habla de su impecable elaboración.
En la fase nasal hay rasgos minerales, de hierbas aromáticas, recuerdos de pomelo, hinojo y de especias dulces. Las barricas no llegan a eclipsar su lograda y sutil nariz.
En esta ocasión, nos provocó una explosión de sabores al combinarlo con un delicioso buñuelo de calamar en su tinta y ensalada.

Marqués de Riscal tinto Gran Reserva 2012
Esta añada de 2012 se elaboró con un 90% de tempranillo y una pequeña proporción de graciano y mazuelo, para crear tintos de largas crianzas.
Tras una estancia de dos años y medio en roble francés, y un mínimo de 3 años más de afinamiento en botella, este Gran Reserva luce en la copa un color rojo intenso, con ribetes rubí vivo y muy brillante.
En la nariz es complejo, con aromas finos de especias dulces y frutas negras bien sazonadas, ecos de bosque umbrío y apuntes balsámicos.
La boca destaca por su equilibrio, por su justa carnosidad y sus taninos de calidad. Se aprecia un final largo y especiado. Este vino irá ganando en sutileza con el paso del tiempo.
Un cordero asado con manzana, mollejas y mojo rojo se unió en armonía con el elegante tinto, provocando la admiración de los que estábamos allí reunidos. Sin duda, fue una magnífica elección.

Tinto XR Marqués de Riscal 2015
La marca proviene de la ancestral costumbre que tenían en Burdeos de señalar las barricas de más calidad con las siglas XR, es decir, “Extra Rouge”.
Con esta añada de 2015 con una elaboración muy específica la bodega abre una puerta a un nuevo estilo, dentro del clasicismo, que le caracteriza a esta bodega.
Elaborado enteramente con uvas tempranillo y graciano y sometido a una crianza de 26 meses en barricas de roble americano, el vino presenta un aspecto vigoroso, de rojo cereza profundo y brillante. La nariz es muy expresiva, está marcada por notas de regaliz y pimienta negra.
En el paladar se desenvuelve con ampulosidad, desplegando una amplia gama de registros gustativos y aromáticos, sin perder en ningún momento su talante brioso y fresco, que unido a su buena tanicidad y acidez le auguran una larga y venturosa vida en la botella.
En la mesa armonizó muy bien con una sabrosa panceta de cerdo con jugo reducido de cocido y empanadillas de ropa vieja.
Riscal continúa innovando desde su fundación, hace ya 161 años ¿Que nos presentarán en un futuro?
Jesús Flores Téllez.
Enólogo. Crítico de vinos
Premio Nacional de Gastronomía