Los vinos blancos de Rioja siguen creciendo

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La Denominación de Origen Calificada Rioja es muy conocida por sus vinos tintos, mientras que los blancos han pasado más desapercibidos a lo largo de los años, con una producción minoritaria. Pero en 2005, el Consejo Regulador de la Denominación puso en marcha un plan estratégico para abordar la creciente demanda de estos vinos.

Después de todo el esfuerzo realizado, los resultados han sido muy positivos y Rioja cuenta, actualmente, con una amplia gama de vinos blancos de gran calidad. Lo que demuestra, una vez más, el enorme potencial de la Denominación para adaptarse a las nuevas exigencias del mercado.

Nuevas variedades de uva y su aptitud para la crianza en barrica

Desde sus inicios en 1925, la Denominación sólo admitía tres variedades de uva blanca: la viura, la garnacha blanca y la malvasía. Más adelante, en 2007, se incorporaron otras seis variedades: las autóctonas maturana blanca, tempranillo blanco y turruntés, y las internacionales chardonnay, sauvignon blanc y verdejo.

Con estas incorporaciones se ha conseguido aumentar la diversidad y la distinción de los vinos blancos de Rioja, adaptando la oferta a las tendencias actuales de consumo. Frente a las variedades de prestigio internacional, son las autóctonas las que dotan de una mayor personalidad y diferenciación a los vinos. Esta diferenciación se ha hecho posible gracias al estudio y selección de las mejores uvas de la zona. No obstante, la singularidad de un terruño privilegiado, junto con la experiencia acumulada a lo largo de generaciones, hace que todos los vinos blancos de Rioja posean una identidad propia.

Por otra parte, Rioja se distingue por sus vinos blancos de largo envejecimiento en barrica de roble, siendo una de las pocas regiones que elaboran este tipo de vinos. La variedad viura presenta unas cualidades enológicas excepcionales para esta clase de crianza, pero también algunas de las más recientes como la tempranillo blanco o la maturana.

Vinos con grandes posibilidades gastronómicas

En Rioja encontramos una gran diversidad de vinos blancos, desde los más jóvenes, frescos y afrutados, hasta los más complejos con crianza en barrica, monovarietales o coupages, semidulces, fermentados en barrica… Una amplia gama conseguida gracias al trabajo realizado durante casi veinte años de investigación y desarrollo.

Toda esta diversidad se presenta con el objetivo de ofrecer vinos aptos para todos los gustos y situaciones, que combinan con una gran variedad de alimentos y recetas culinarias, tanto en los aperitivos como en los platos principales o los postres.

Y los espumosos, ¿para cuándo?

Aunque su producción es minoritaria, Rioja cuenta con una larga tradición en la elaboración de vinos espumosos. Hasta ahora, las bodegas de esta zona sólo podían elaborar los vinos amparados bajo la Denominación de Origen Cava, que regula la producción en diferentes regiones de España.

Sin embargo, en 2018, la D.O.Ca. Rioja ha decidido acoger, por primera vez, la producción de vinos espumosos de calidad, completando, de esta forma, el catálogo de vinos amparados por la Denominación. Se trata de vinos espumosos blancos y rosados con un contenido limitado de azúcar: Brut, Extra Brut y Brut Nature. Para su elaboración, se han de cumplir una serie de requisitos que garanticen la calidad diferenciada del producto, permitiéndose el uso de todas las variedades de uva autorizadas por la Denominación. El tiempo mínimo exigido para la segunda fermentación en botella es de 15 meses, llegando a los 24 meses en los vinos con categoría Reserva y a los 36 meses en los de Gran Añada.

Ya hay varias bodegas que están autorizadas para su elaboración, aunque para disfrutar de sus vinos aún tendremos que esperar, al menos, hasta finales del 2019.

Ester Fernández Quintá
Diplomada en Nutrición Humana y Dietética