Hacer vino y exportar todo es empezar

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La industria del vino se enfrenta desde hace varias décadas a una caída continuada del consumo interior. En este contexto, deben dirigirse las miradas a otros mercados con mayor potencial fuera de nuestras fronteras.

A pesar de que las ventas internacionales representan ya una cantidad muy superior al mercado local, su puesta en práctica no está exenta de dificultades: diferentes culturas, mercados, competencia de países emergentes y como no, el idioma.

Para muchas de las bodegas de nuestro país no es fácil localizar a los clientes potenciales, y cerrar agendas con ellos. Mercados como el chino o el estadounidense abarcan extensiones geográficas muy amplias lo que dificulta amortizar los viajes con reuniones a centenares de kilómetros de distancia. Tampoco es fácil disponer de sus propios departamentos de exportación, lo que obliga a los propietarios a buscarse la vida para viajar ellos mismos.

Las ferias especializadas no consiguen el retorno deseado, con un formato algo caduco; y las ayudas institucionales no siempre ayudan en el sentido correcto, siendo en la mayoría de los casos subvenciones poco objetivas.

Pero siempre hay un camino de esperanza.

Se pueden encontrar diferentes opciones para apoyarnos en esta ardua tarea. Algunas más específicas, para casos concretos y otras más completas.

Entre todas las opciones que hemos evaluado hemos considerado Aidexport como una de la mejores por su tratamiento integral. Desde el diagnóstico de las necesidades hasta las conclusiones finales acompañan en el recorrido. Con presencia 35 países, elaboran proyectos no sólo de venta, sino también de diferentes opciones como búsqueda de socios estratégicos, establecimiento de filiales y en general establecer una presencia comercial adecuada.