Cerveza y salud

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copa y vasos de cerveza
copa y vasos de cerveza

Principios nutritivos

La cerveza, producto elaborado a partir de productos naturales (cebada, agua y levadura), nos aporta toda la riqueza de sus vitaminas, proteínas y sales minerales, elementos indispensables en el desarrollo y equilibrio biológico. Estudios avalados por científicos del Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC), indican que la cerveza es una bebida natural y saludable que, consumida moderadamente, puede incluirse en cualquier dieta equilibrada.

Los glúcidos (hidratos de carbono), contenidos en la cerveza nos aportan las calorías que necesitamos en todas las actividades que requieren energía; los prótidos ( esencialmente aminoácidos), son indispensables para el desarrollo del cuerpo humano, del que son piezas fundamentales. De igual modo, las sales minerales contenidas en la cerveza ( potasio, fósforo, calcio, magnesio y sodio) juegan un importante papel en el equilibrio sanguíneo y en la actividad muscular.

La cerveza aporta especialmente vitaminas solubles del grupo B, importantes para el equilibrio nervioso: una gran cantidad de vitamina B12, antianémica, que actúa sobre el sistema nervioso y la formación de hemoglobina; vitamina B1, que actúa sobre el metabolismo de los glúcidos y vitamina B2, que facilita la digestión

Cerveza. Cebada y lúpulo
Cerveza. Cebada y lúpulo

Virtudes de la cerveza

Se ha demostrado que el consumo moderado de alcohol tiene efectos positivos para el organismo, siempre que se trate de individuos adultos, sanos y que no tomen medicamentos con los que pueda interferir.

Aparte de su principal característica refrescante, la cerveza es una bebida tónica y alimenticia gracias a su rico contenido en extractos naturales. Supone un excelente aperitivo, ya que las sustancias amargas del lúpulo estimulan las papilas gustativas y abren el apetito.

La cerveza es digestiva: facilita la digestión gracias a la presencia de riboflavina (vitamina B2) y gas carbónico; diurética, por estimular el funcionamiento renal; euforizante, por contener una justa proporción de alcohol y, también, relajante por la virtud sedante del lúpulo.

Según los últimos estudios recogidos por el Centro de Información Cerveza y Salud (CICS), la cerveza contiene antioxidantes naturales (Polifenoles) que protegen contra las enfermedades cardiovasculares, a la vez que reducen el proceso de oxidación que provoca el envejecimiento del organismo.

Se considera que su contenido en folatos, reduce el riesgo de sufrir anemia y malformaciones en la médula espinal, por lo que la ingesta  de un litro de cerveza, repartida en diferentes tomas, aportaría el 11% recomendado para las madres lactantes.

Su contenido en fibra soluble evita el estreñimiento, disminuyendo la incidencia de cáncer de colon y de diverticulosis, pudiendo completar el aporte de fibra de otros alimentos, como los cereales, muy ricos en fibra dietética insoluble. Igualmente, su contenido en silicio, resulta esencial en los procesos de calcificación y, posiblemente, incidan favorablemente en el tejido conectivo.

lúpulo
lúpulo

Contrariamente a lo que algunos creen, la cerveza no engorda por si misma, aunque si asociada a otros alimentos, ya que contiene poco azúcar y nada de materia grasa. La aportación calórica de la cerveza es muy inferior a la de otras bebidas alcohólicas y similar a la de bebidas refrescantes a base de cola o extractos de fruta. Un litro de cerveza aporta entre 400 y 450 calorías, distribuidos la mitad en glúcidos y la mitad en alcohol, lo que supone aproximadamente el 17% de las necesidades energéticas de un hombre de 75 Kg. de peso, si se establece que son necesarias 2.800 kcal diariamente en una actividad física normal.

Peligros de la cerveza

Sin embargo, todos sabemos que el alcohol puede llegar a ser tóxico si abusamos de él. Una vez absorbido, el alcohol pasa a la sangre donde será quemado, es decir, transformado en agua y dióxido de carbono, a un ritmo de 100 mg a la hora por cada kilo de peso corporal. Todo aquello que no se quema de manera natural, constituye un exceso, y como no puede ser almacenado en nuestro organismo, se degrada quemando proteínas y vitaminas y destruyendo células.

De forma general, una persona adulta y bien alimentada, puede consumir sin problemas 0,7 g de alcohol por kilo de peso corporal. Sin embargo, no todas las personas reaccionan igual frente al alcohol, por lo que también habrá que considerar otros aspectos como el peso corporal, la graduación  de la bebida, la mezcla con otras bebidas gasificadas y, por supuesto, la frecuencia en el consumo. Igualmente, es necesario saber que el alcohol consumido en ayunas es más peligroso, ya que pasa con más rapidez a la sangre.

La raza puede ser un condicionante, ya que, según estudios realizados, los orientales tienen déficit de la enzima que transforma el alcohol, y por lo tanto, presentan embriaguez con dosis menores.

El sexo también marca diferencias en la tolerancia del alcohol, ya que las mujeres, aún teniendo el mismo peso que el hombre, tienen menor proporción de líquidos y están menos dotadas de las enzimas metabolizadoras del alcohol, por lo que la misma cantidad provoca una mayor alcoholemia en la mujer que en el hombre.

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